La pandemia de la COVID 19 ha provocado que la distribución de los roles de género se haya visto acentuada, lo que ha afectado de manera distinta a mujeres y hombres. Durante esta crisis sanitaria, las mujeres han sufrido una sobrecarga en el trabajo sanitario y de servicios esenciales, se han ocupado en mayor medida del trabajo doméstico y de los cuidados de las personas dependientes y han sufrido una mayor precariedad y pobreza laboral, situándolas en un peor lugar para afrontar una nueva crisis. En este escenario de inestabilidad laboral y de desigualdad en la sobrecarga de los cuidados, las empresas de la economía social han seguido situando a la persona y su ciclo vital en el centro, priorizando los distintos niveles de cuidados que las personas necesitan. Las empresas de la economía social se han caracterizado por implementar políticas de conciliación entre la vida personal y laboral, adaptando horarios y jornadas, fomentando el teletrabajo o ampliando los permisos de maternidad, paternidad o excedencia por cuidado de familiares desde un enfoque de género y atendiendo al principio de corresponsabilidad. Este tipo de políticas ha potenciado que las mujeres hayan podido mantener su puesto de empleo y compaginarlo con las tareas de cuidados durante la época de pandemia y ha demostrando que nos encontramos ante un modelo de organización del trabajo sostenible y con gran capacidad de adaptación.
El próximo 14 de junio, nuestra compañera Silvia Beltrán impartirá una ponencia (preparada conjuntamente con Isabel Blas, abogada de la cooperativa El Rogle) sobre esta temática, a las 17:00, en la Facultad de Económicas de la Universitat de València, en el marco del Congreso Internacional CIRIEC.