En Red Jurídica tenemos el problema de que, cuando nos preguntan qué somos, no sabemos dar una respuesta concreta y sencilla. Es propio de juristas hacer complicado lo más sencillo, pero creemos firmemente que en este caso no depende tanto de nuestra profesión como de nuestros principios. Porque cuando decimos que Red Jurídica es un despacho de profesionales de la abogacía, mentimos. Eso es lo que hacemos, o al menos una parte, pero no exactamente lo que somos. Tampoco es rigurosamente cierto que seamos juristas que ejerzamos el derecho desde una perspectiva crítica. Eso es cómo hacemos las cosas, pero una vez más no se ajusta a la realidad del proyecto. La única pregunta cuya respuesta permite dar una imagen fiel de Red Jurídica es la que titula esta entrada. ¿Por qué?
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Hace más de seis años nacía Red Jurídica bajo la premisa de que otro derecho era no solo posible, sino directamente necesario. Los profesionales que nos juntamos para crearlo lo hicimos defendiendo la hipótesis de que las instituciones jurídicas no estaban cumpliendo el cometido que se les había otorgado: desgraciadamente en muchas ocasiones el sistema de administración de justicia servía a los intereses de los distintos poderes y en detrimento de una ciudadanía atomizada y perdida en un complejo engranaje de normas y prácticas administrativas herméticas e inaccesibles. Considerábamos que a los procesos de precarización política y económica se acompañaba otro, más invisible pero no por ello menos dañino, de precarización en el acceso a la justicia. Así, veíamos que detrás de cada desahucio, de cada cláusula de suelo, de cada expulsión en caliente, de cada despido colectivo y de cada sanción administrativa, no estaba sólo la vulneración de un derecho individual, sino también un proceso colectivo que conducía a un abismo en el que un porcentaje muy amplio de la población carecía de representantes que velasen por sus derechos e intereses. No creíamos que la justicia fuese ciega ni que la balanza que sostiene estuviera equilibrada, pero estábamos convencidos de que teníamos herramientas que poner al servicio del común: útiles para cambiar el sistema. De ese impulso surge Red Jurídica.
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La propuesta de Red Jurídica incidía en tres frentes distintos: en primer lugar desligar la defensa jurídica de calidad de la estricta remuneración económica. En las relaciones jurídicas el paradigma matemático de que el orden de los factores no altera el producto es rigurosamente falso: por ello en el centro de la relación ponemos el conflicto jurídico, en el extrarradio la remuneración económica. Nuestro segundo frente es hacer bandera de que los procedimientos jurídicos no sólo se luchan en los juzgados, sino también en los medios de comunicación, en los parlamentos, en las redes sociales, en las asambleas de barrio y en las manifestaciones. El enfoque del despacho no es solo ser técnicos, sino también personas que acompañan a individuos y colectivos en sus luchas e inquietudes. En tercer lugar teníamos claro que si queríamos convencer de que existe otra forma de ejercer el derecho, ese paradigma ético, para ser creíbles, teníamos que trasladarlo a la estructura interna del despacho. Por eso, Red Jurídica es una cooperativa y participa en las redes de la economía social.
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Por suerte y por desgracia, hace seis años teníamos razón. Por desgracia, porque nuestro análisis sobre la administración de justicia resultó certero y aún hoy lo consideramos vigente. En un entorno de cambio y restauración del sistema, la administración de justicia se mantiene incólume, ausente y desconectada de la realidad política y social. La judicatura sigue estando politizada, mientras la fiscalía se mantiene generosa con el poder e inflexible con el resto y la abogacía sigue siendo un instrumento imprescindible para la corrupción. Los procedimientos judiciales siguen siendo largos, caros y dolorosos y a día de hoy sigue habiendo muchísimas personas sin acceso a una justicia de calidad. Sin embargo tenemos la suerte de que la herramienta que pusimos al servicio del común se ha demostrado eficaz. Hemos visto cómo la ciudadanía se organizaba para defender colectivamente lo que antes se consideraba un problema individual y cómo las diferentes luchas salían de la invisibilidad y se transformaban en campañas mediáticas igual o más efectivas que los procedimientos judiciales. Hemos comprobado la utilidad de los litigios estratégicos en instituciones europeas y hemos visto crecer el número de proyectos sociales vinculados al ejercicio de la abogacía. De todo ello, por supuesto, hemos sido parte y al tiempo testigos, porque han sido procesos colectivos, colaborativos y tejidos en red. Por eso hoy podemos sentirnos orgullosos de que muchas personas y colectivos han confiado en el proyecto y, sobre todo, que en el camino hemos conocido a otros compañeros y compañeras que compartían nuestra visión y principios.
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Por lo tanto, paradójicamente, las cosas siguen igual y a la vez están cambiando. Creemos que la única forma de enfrentarse a una paradoja es de la mano de otra. Por eso en Red Jurídica cambiamos para poder seguir haciendo lo mismo. Hoy os anunciamos que crecemos, que cambiamos de oficina y de imagen y que incorporamos nuevas miradas para mantenernos fieles al proyecto que nació hace seis años. Así que, pura paradoja, Red Jurídica ya no se parece a Red Jurídica precisamente para poder parecerse a Red Jurídica, o a lo que un día, hace más de seis años, soñamos que podía llegar a ser. Puede que dentro de otros seis, cuando nos pregunten qué hacemos, sigamos teniendo que explicar que lo que hacemos no es tan importante como las razones por las que lo hacemos, pero estamos seguros de que entonces seguiremos caminando a vuestro lado, cada vez mejor, cada vez más convencidos de que podemos, entre todos y todas, construir una justicia más justa.